martes, 9 de diciembre de 2008

Creer

Muchas personas dicen que no creen, pero la creencia, el creer en algo, es intrínseco a la persona humana. Hoy un alumno me ha dicho que a ver si íbamos a hablar de la Biblia porque a él eso... como que nada de nada. Le he respondido que sí, que a pesar de todo lo que opine sobre este asunto es algo necesario para su formación. A pesar de su supuesta increencia, lo que sí me ha demostrado es que, al menos algunas de las historias que aparecen en este libro sí que las conocía. Uf, he respirado, porque quizás su increencia no era tan profunda. Al menos conocía algunos de los fundamentos de nuestra cultura y eso denota que al menos, quien se lo ha explicado, cree en algo y ha intentado transmitirselo. Algo le habrá quedado.
No creer es absolutamente imposible. No creer es estar muerto en vida. Las personas que se dicen no creyentes buscan sus propios rituales sustituyendo a los propiamente religiosos. Son lo que podríamos denominar las nuevas formas religiosas de nuestra sociedad, que están haciendo de nuestro mundo un lugar cada vez más complejo.


Muchas personas han dejado los rituales religiosos de lado, pero han trasladado sus creencias a otros campos. Creer, no han dejado de creer. Algunos alimentan el vacío dejado por la religión con la realidad virtual, los videojuegos o cualquier otro tipo de adicciones. Otros, han buscado su Dios en el fútbol. Siempre siguen un ritual: Se visten de una determinada forma, acuden a un recinto para ellos sagrado, cantan el himno de su club al principio del partido y durante el envento entonan otras canciones, piden un milagro si su equipo pierde, e incluso pueden llegar a alabar el juego de algún jugador hasta llegar a atribuirle el apelativo de "Dios". ¡Vaya, que lo que hacen no difiere mucho de ir a misa! De hecho es el mismo ritual de fondo pero sustituido por lo deportivo; respecto a las creencias, no han dejado de creer, simplemente han orientado su necesidad de transcendencia hacia otro lugar.

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