jueves, 17 de septiembre de 2009

¡Ei profe, que yo soy ateo!


Comienza el curso. Los chicos se vuelven a encontrar con sus amigos y con el comienzo de la rutina después de un largo verano. Los profesores nos volvemos a encontrar con los alumnos y la cruda realidad del politizado y malísimo sistema educativo que sufrimos cada año. Éste, al igual que el anterior, toca programar en función de las competencias básicas. ¿Para qué? No se sabe muy bien, pero eso es otro tema.

Llega el emocionante momento de la entrada en clase. Será la primera y la única vez durante el curso que los alumnos me reciban sentados, en silencio, expectantes de mis primeras palabras. Mañana seguramente los encontraré de pie, gritando e ignorando mi presencia cuando entre en el aula. Quizás quieran saber ver si las reglas del juego serán las de siempre o hay cambios importantes; quizás quieran saber si seré más o menos duro que el año pasado; quizás piensen que todavía mi cuaderno de notas y de comentarios está en blanco y no quieren que lo estrene con una anotación negativa. Es como el primer asalto de un combate de boxeo, donde los rivales se estudian mutuamente. ¡A ver qué pasará...!

Paso lista; sorprendentemente toda la clase respeta el silencio hasta llegar al último alumno. Doy la bienvenida y explico que en este curso todos los alumnos del nivel haremos una historia de las religiones, fundamentalmente la cristiana y de la Iglesia, que es la tradición más importante de nuestra historia (ya sabía que algunos alumnos habían mostrado malestar por tener que hacer una cultura religiosa obligatoria para todos). De repente una voz se levanta entre los alumnos y me espeta:

- ¡Profe, yo soy ateo!

- ¿y...?

- Que yo no quiero que me "coman el tarro" ni que me convezcan de nada, además, como no creo, no he querido hacer nunca Religión, y ahora me obligan.

- Aquí "no se come el tarro" ni se convence a nadie, se explica historia, en este caso de la Iglesia Católica y de otras confesiones que han pasado por el país.

- Es que Jesucristo no me creo que existiera, yo no lo he visto.

- Pues existió, te guste o no, igual que existió Carlomagno, Napoleón, Bismarck o Franco, a los que por cierto, tú tampoco has visto nunca y no dudas de su existencia. Jesús existió, al igual que existió Mahoma y Buda. Duda de sus doctrinas pero no de su existencia. Son personajes reales, históricos.

- ¿Y tú cómo sabes que existió Jesús?

- Los documentos históricos, incluso los del lado contrario a los cristianos, nos hablan de Él, la descripción que nos hace la Biblia de los lugares, las situaciones, los personajes.... hacen que podamos afirmar su existencia. Los lugares que describe la Biblia puedes ir a visitarlos. Además una tradición que no existe, o un pensamiento filosófico cualquiera te aseguro que no perduran más de 2000 años y todavía con gente que cree en ella.

(silencio...)

Parece que el primer escollo ha sido salvado.

- Sobre tus creencias, aunque seas ateo, creo que conocer la Historia de la Iglesia y que yo te evalúe sobre ella, hará que tengas una base cultural que será importante en tu vida. No te voy a pedir que creas, no te voy a poner nota por lo que crees, eso es del ámbito personal, y aquí en eso no entramos. En esta clase, hay musulmanes, hindús, cristianos y hasta ateos (por lo que me dices), y una de las cosas que pido es que respetemos todas y cada una de las creencias y formas de pensar. Tú sabrás qué sientes y por qué lo sientes, y además está bien que te lo preguntes.

Parece que el alumno queda satisfecho por la explicación.

- Profe, ¿Y tú crees?

Río, le miro con simpatía y le digo:

- Eso, como ya te he dicho, forma parte del ámbito personal y aquí, en clase, no entramos, pero si quieres y estás muy interesado, me lo preguntas y te lo explico a la salida de clase...