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martes, 26 de enero de 2010

Reflexión en torno a la catástrofe de Haití


Cuando algo altera y sacude nuestras vidas lo mejor suele ser esperar a valorar las cosas con calma, no precipitarse y mirar todo con perspectiva. La desgracia del terremoto de Haití no ha dejado indiferente a nadie, conmueve lo más profundo de nuestro ser. Todo el mundo se ha volcado en la ayuda a un país duramente castigado por la miseria. Las imágenes que todos hemos visto han sido impactantes y las televisiones las han aprovechado para aumentar algunas décimas su “share” y, como no, hacer algo de caja.
Reacciones y declaraciones ha habido muchas, algunas de ellas poco o nada afortunadas y entre las preguntas que han surgido entre la gente destaca con especial fuerza la de “si existe Dios ¿por qué ha permitido esto, sobre todo con a los más pobres? La reflexión, creo que en algunos casos ha sido precipitada y como decía al principio, sin perspectiva.
Un soldado brasileño, que se encontraba en el centro de Port au Prince, justo en el momento del seísmo, pudo grabar unas imágenes en las cercanías de la catedral, ya completamente destruida. En ellas se puede apreciar como en medio de una espesa nube de polvo deambulan personas absolutamente conmocionadas por lo que acaban de vivir. Del recinto religioso sólo permanece en pie una cruz con la figura de Jesucristo clavada en ella. El lugar se convierte, de forma espontánea, en lugar de oración y plegaria. Hay que tener presente que la primera expresión humana, en un momento límite, es la de pedir ayuda, rezar y algunas personas, en el video, se ven que lo hacen, como lo haríamos casi todos nosotros en una situación similar. Creyentes e incluso no creyentes suelen adoptar esta misma actitud cuando pasan por dificultades: Piden ayuda a Dios, no le tiran en cara ser el responsable del desastre, porque para buscar responsables habría que desviar la mirada hacia otro lado.
El terremoto no mata, la que mata es la pobreza”, y entre todos hemos hecho de Haití el país más pobre de América. No echemos las culpas a quien no las tiene; asumamos nuestras responsabilidades. El mismo seísmo, en EE. UU o en Japón, países ricos y preparados para estas catástrofes, no hubieran tenido el mismo resultado.

martes, 7 de julio de 2009

Biblia e Internet


La Biblia es el libro sagrado de judíos y de cristianos. Es por eso que cobra gran importancia cada descubrimiento, cada investigación y cada proyecto que da nuevas luces a la fe de millones de personas. Hace poco el descubrimiento de un nuevo Evangelio apócrifo: el de Judas, revolucionó los medios de comunicación y al público en general; ahora la noticia es que el los fragmentos más antiguos que se conocen del Nuevo Testamento, los pertenecientes al Codex Sinaiticus, han sido digitalizados, junto a otros del Antiguo Testamento de este mismo códice, y colgados en la red para su consulta. Eso sí, sólo en inglés, alemán, griego y ruso.

La Biblioteca Británica en Londres es la responsable de este proyecto, y para su ejecución ha trabajando en colaboración con el Monasterio de Santa Catalina del Sinai (Egipto), la Biblioteca Nacional de Rusia y la Biblioteca de la Universidad de Leipzig en Alemania.

El codex Sinaiticus es considerado la Biblia cristina más antigua, junto al Codex Vaticanus, ambas datadas en el siglo IV. Es una Biblia escrita en griego (Koiné), que contiene la copia completa más antigua del Nuevo Testamento y una versión del Antiguo Testamento basada en la Biblia judía griega alejandrina llamada LXX o Septuaginta (nombre dado por el número de traductores que trabajaron en su confección).

El descubrimiento del Codex Sinaiticus se debe a Konstantin von Tischendorf quien en tres viajes al monasterio de Santa Catalina en el Sinaí, halla unas hojas de pergamino pertenecientes a diferentes libros del Antiguo Testamento. Estos pergaminos son traslados a Rusia, guardados en la Biblioteca Nacional Rusa en San Petersburgo. En 1933 la Unión Soviética vendió los manuscricitos a la Biblioteca Británica en Londres y posteriormente, otros a la Universidad de Leipzig. También se conservaron algunos legajos en el mismo monasterio.

Hoy gracias a la técnica y a la colaboración de diferentes instituciones podemos ver y consultar uno de los grandes tesoros de la humanidad: Una Biblia de hace unos 1600 años de antiguedad y base para la fe de millones de personas.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Practicantes y no creyentes

Dentro del complicado mundo de la fenomenología religiosa, últimante asistimos a un fenómeno nuevo: al del "practicante no creyente". Sí, como lo oyen. Parece ser que lo contrario sería lo normal, el "creyente no practicante", pero el primero curiosamente se está imponiendo día a día.
Atrás parecen quedar aquellos tiempos en los que se pedía coherencia religiosa y se decía aquello de "si crees tienes que practicar". Pues ahora, todo lo contrario "si no crees, también tienes que practicar". Y no crean que se trata de una cosa exclusiva de la Iglesia católica, que también, sino que es un fenómeno que está sugiendo cada vez más en el seno de otras confesiones.
Hoy he oído en un programa de televisión que en una ciudad española, los cofrades de una hermandad eran muchos de ellos ateos, pero seguían la tradición de su familia de participar activamente en las procesiones de Semana Santa. Ya sé que me podrían decir que los ateos descansan el domingo o celebran la Navidad, sí, pero eso es diferente porque les viene impuesto por una costumbre generalizada a toda una sociedad. En cambio participar activamente en la Semana Santa es promover, voluntariamente, una tradición de fe y de expresión de la misma.
Podríamos encontrar otros ejemplos de "no creyentes practicantes", como es el caso de algunos musulmanes que se saltan preceptos del Corán, como el del alcohol, o el de las restricciones de algunos alimentos, y luego cumplen estrictamente con el mes del Ramadán. También sería el caso de muchos peregrinos que emprenden camino hacia Santiago de Compostela. Afrontan el recorrido como un reto deportivo. Si no existe la fe, aunque sea mínimamente, no tiene mucho sentido hacer el Camino de Santiago. Las rutas verdes son una buena alternativa de paisaje y entrenamiento, pero en definitiva muchos se inclinan hacia el camino religioso. Costumbre social, tradiciones, cultura, arte, relaciones personales.... Todo son excusas para no creer y practicar. ¡Cuesta creer!