miércoles, 25 de marzo de 2009

Practicantes y no creyentes

Dentro del complicado mundo de la fenomenología religiosa, últimante asistimos a un fenómeno nuevo: al del "practicante no creyente". Sí, como lo oyen. Parece ser que lo contrario sería lo normal, el "creyente no practicante", pero el primero curiosamente se está imponiendo día a día.
Atrás parecen quedar aquellos tiempos en los que se pedía coherencia religiosa y se decía aquello de "si crees tienes que practicar". Pues ahora, todo lo contrario "si no crees, también tienes que practicar". Y no crean que se trata de una cosa exclusiva de la Iglesia católica, que también, sino que es un fenómeno que está sugiendo cada vez más en el seno de otras confesiones.
Hoy he oído en un programa de televisión que en una ciudad española, los cofrades de una hermandad eran muchos de ellos ateos, pero seguían la tradición de su familia de participar activamente en las procesiones de Semana Santa. Ya sé que me podrían decir que los ateos descansan el domingo o celebran la Navidad, sí, pero eso es diferente porque les viene impuesto por una costumbre generalizada a toda una sociedad. En cambio participar activamente en la Semana Santa es promover, voluntariamente, una tradición de fe y de expresión de la misma.
Podríamos encontrar otros ejemplos de "no creyentes practicantes", como es el caso de algunos musulmanes que se saltan preceptos del Corán, como el del alcohol, o el de las restricciones de algunos alimentos, y luego cumplen estrictamente con el mes del Ramadán. También sería el caso de muchos peregrinos que emprenden camino hacia Santiago de Compostela. Afrontan el recorrido como un reto deportivo. Si no existe la fe, aunque sea mínimamente, no tiene mucho sentido hacer el Camino de Santiago. Las rutas verdes son una buena alternativa de paisaje y entrenamiento, pero en definitiva muchos se inclinan hacia el camino religioso. Costumbre social, tradiciones, cultura, arte, relaciones personales.... Todo son excusas para no creer y practicar. ¡Cuesta creer!

sábado, 14 de marzo de 2009

In-Cultura Religiosa

Parece que es evidente lo que decíamos sobre el analfabetismo religioso. Y si no se lo creen, miren el video.


miércoles, 11 de marzo de 2009

El mal del hombre

Hace unas semanas el Evangelio del domingo nos recordaba que Jesús recorrió toda Galilea , predicando en sus sinagogas y expulsando demonios (Mc. 1, 39). ¿Cómo podemos interpretar quiénes eran esos endemoniados? Simplemente personas con mal de espíritu. Personas que sufrían por el mal de corazón.
El mal de espíritu siempre ha existido y seguirá existiendo. Es el mal más profundo, el mal intrínseco al hombre, el de su existencia. Y ese mal es causado, en muchas ocasiones, por el mismo hombre. Una serie de éxito, que se pasó hace unos años por televisión, nos presentaba dos personajes , "el Tiñoso y el Enclenque", que al largo de la historia iban buscando hacer el mal. Ese es el mal al que en muchas ocasiones se refiere el Evangelio que curaba Jesús. La historia, como ven, siempre se repite y estos dos personajes hoy día siguen siendo plena actualidad.

domingo, 1 de marzo de 2009

Equipos humanos


Los grupos de trabajo, ya sean sindicatos, partidos políticos, funcionan bien durante un tiempo: los objetivos y los procedimientos son consensuados, especialmente cuando hay mucho por hacer y lograr y el Gobierno o la Administración es muy reticente. Ahora bien, cuando desaparece ese conflicto externo, cuando las cosas se empiezan a encauzar y resolver, algunos miembros del grupo, necesitados del conflicto, lo buscan o lo provocan dentro de su propio grupo: actúan de manera no consensuada, creen ser los salvadores del grupo, los que han de salir en la foto, hablan mal de sus compañeros, les ningunean, les desprecian, mienten continuamente… Y claro, entrar en ese juego es muy peligroso. Al principio, no se creen lo que están viendo, luego se dan cuenta de la manipulación. El grupo empieza a dudar y sospechar de las acciones de los otros. Se entra a veces en el insulto, en el descrédito público y privado, el grupo empieza a romperse… La falta de comunicación conlleva errores en las negociaciones, no saber si esto o aquello se ha negociado o pactado. No se cuenta con los cargos intermedios, pero estos se ven envueltos en situaciones de desamparo.

Los intereses de los afiliados son el objetivo de los sindicatos o de los partidos políticos, no el de sus líderes. En muchas ocasiones no se rompe la unidad porque se persigue el bien común, pero la situación interna se hace cada vez más crítica. Se buscan salidas, intentar volver al consenso… pero la unidad ya no es tal, el grupo ya no funciona. Los objetivos se estancan o se pierden innecesariamente. En ocasiones se da un golpe de timón y se les saca de su trono, pero en muchas más los líderes buscan otro equipo que los respalde, para que antes que se den cuenta les dejen actuar con tranquilidad, con libertad de maniobra.

Hay personas que necesitan vivir en conflicto constante, sentir ese sabor amargo de la pólvora en la boca… ¿Para qué? Para poder seguir siendo noticia, sentirse importante. Si se acaba el conflicto principal y el sentido de su lucha, se acaba todo, y eso, para ellos no puede ser. Muy pocos se dan cuenta de su error y de su afán de poder, quieren mantenerse en su cargo a toda costa y las luchas internas son constantes. Ya lo hemos vistos en diferentes sindicatos y partidos políticos.

Mientras se siga pensado en el éxito propio, seguiremos teniendo muy malos representantes sindicales y políticos. No nos quejemos entonces de que la sociedad no sea participe de la vida política o sindical.