domingo, 1 de marzo de 2009

Equipos humanos


Los grupos de trabajo, ya sean sindicatos, partidos políticos, funcionan bien durante un tiempo: los objetivos y los procedimientos son consensuados, especialmente cuando hay mucho por hacer y lograr y el Gobierno o la Administración es muy reticente. Ahora bien, cuando desaparece ese conflicto externo, cuando las cosas se empiezan a encauzar y resolver, algunos miembros del grupo, necesitados del conflicto, lo buscan o lo provocan dentro de su propio grupo: actúan de manera no consensuada, creen ser los salvadores del grupo, los que han de salir en la foto, hablan mal de sus compañeros, les ningunean, les desprecian, mienten continuamente… Y claro, entrar en ese juego es muy peligroso. Al principio, no se creen lo que están viendo, luego se dan cuenta de la manipulación. El grupo empieza a dudar y sospechar de las acciones de los otros. Se entra a veces en el insulto, en el descrédito público y privado, el grupo empieza a romperse… La falta de comunicación conlleva errores en las negociaciones, no saber si esto o aquello se ha negociado o pactado. No se cuenta con los cargos intermedios, pero estos se ven envueltos en situaciones de desamparo.

Los intereses de los afiliados son el objetivo de los sindicatos o de los partidos políticos, no el de sus líderes. En muchas ocasiones no se rompe la unidad porque se persigue el bien común, pero la situación interna se hace cada vez más crítica. Se buscan salidas, intentar volver al consenso… pero la unidad ya no es tal, el grupo ya no funciona. Los objetivos se estancan o se pierden innecesariamente. En ocasiones se da un golpe de timón y se les saca de su trono, pero en muchas más los líderes buscan otro equipo que los respalde, para que antes que se den cuenta les dejen actuar con tranquilidad, con libertad de maniobra.

Hay personas que necesitan vivir en conflicto constante, sentir ese sabor amargo de la pólvora en la boca… ¿Para qué? Para poder seguir siendo noticia, sentirse importante. Si se acaba el conflicto principal y el sentido de su lucha, se acaba todo, y eso, para ellos no puede ser. Muy pocos se dan cuenta de su error y de su afán de poder, quieren mantenerse en su cargo a toda costa y las luchas internas son constantes. Ya lo hemos vistos en diferentes sindicatos y partidos políticos.

Mientras se siga pensado en el éxito propio, seguiremos teniendo muy malos representantes sindicales y políticos. No nos quejemos entonces de que la sociedad no sea participe de la vida política o sindical.

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