Mal ejemplo el de nuestra clase política con el asunto de los tránsfugas. Unos acusan a otros de permitir el transfuguismo y los otros a los unos de lo mismo. En definitiva, a todos les salen tránsfugas por un lado y por otro que cuando les beneficia no lo ven mal, pero eso no es exclusivo de la clase política.
Si entendemos por transfuguismo el hecho de pasarse de un bando a otro, de defender unas ideas y posteriormente las contrarias, del buscar el interés por encima de la ideología o de lo prometido, en definita, de engañar a la gente que ha depositado su confianza en una persona, podemos concluir que el transfuguismo se da en cualquier organización política, sindical, e incluso asociativa. Todas ellas lo critican por inmoral, pero en casi todas ellas existe. Ahora la gran pregunta que surge es ¿Qué pasa cuando los transfugas son los máximos responsables de ese partido, sindicato o asociación?
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