Hace poco que pude hacer una pequeña escapada por el sur de Francia. Me sorprendió mucho que a la entrada de un buen número de pueblos hubiera un crucifijo de respetables dimensiones que no podía pasar inadvertido al viajero que visita cada población. Me preguntaba cómo en la "laicísima" Francia se permitían y se toleraban expresiones tan explícitamente religiosas en lugares públicos, mientras que en la "aconfesional" España, eso no existía. Me pregunté también si quizás estaba ante una confusión de conceptos y/o de auténtica tolerancia.
Muchas veces creemos que la aconfesionalidad es el paso previo a la laicidad y que la primera nos garantiza más los derechos a las expresiones religiosas. Por otro lado, existe la idea que la laicidad es únicamente sinónimo de persecución y destrucción de toda expresión religiosa: Craso error. ¿No será que el resto de Europa nos lleva años de ventaja en esa lucha que todavía nosotros arrastramos, consecuencia de los prejuicios 40 años de dictadura, y que aún no hemos superado?
Sinceamente creo que hay que poner las cosas en su sitio y la laicidad, bien entendida, es simplemente la separación de lo humano de lo divino, del poder temporal de lo espiritual; es "dar al César lo que es del César y dar a Dios lo que es de Dios" Mt 22, 21. Es no mezclar las cosas.
El mismo Benedicto XVI en su visita pastoral a Francia hacía alusión al tema y afirmaba que "cada vez es más necesaria una nueva reflexión sobre el significado auténtico y sobre la importancia de la laicidad". Si quereis profundizar más sobre el témino en la página de la FEPER han elaborado un pequeño diccionario sobre el laicismo de gran ayuda.
Quizás todo ello nos sirva para convivir Iglesia y Estado en paz, tolerancia y armonía. Merece la pena, ¿no creen?
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