Siempre me ha llamado la atención la figura del dios romano Jano (Janus en latín). Aparte de ser el dios de los comienzos y finales (da nombre al primero de los meses del año, Janeiro, January, Gener, y en forma un poco más evolucionada Enero) es un dios que se le representa con dos caras: una mirando hacia adelante y la otra hacia atrás; hacia un lado o hacia el otro. Es como si tuviera dos personalidades, dos formas de ser, pero en definitiva se trata de un solo dios.
En muchas ocasiones me encuentro a gente que me hace sentirme como Jano, como si tuviera dos caras, defendiendo un hecho y a su vez criticándolo. La razón suele estar la postura de mi interlocutor.
El debate de la Iglesia, la religión, y más concretamente el de la religión en la escuela, no deja indiferente a nadie. Hay personas que lo atacan con una furibundez desmedida; otras también lo atacan, en sentido contrario, porque consideran que no se hace lo suficiente para extender el poder la Iglesia. Yo, particularmente, me encuentro con estos dos tipos de personas: Los primeros, con un laicismo desde mi punto de vista mal entendido, defienden la aniquilación de cualquier evidencia religiosa y por supuesto de la Iglesia católica de la sociedad; los otros, todo lo contrario, critican que no se catequice más, sobre todo a los alumnos que cursan la materia de Religión. Por otro lado, son los que defienden hasta lo más indefendible de la Iglesia o más bien dicho, de su "Jerarquía". Los primeros te espetan aquello de "la religión hay que eliminarla de la escuela y la Iglesia tiene demasiados privilegios en una sociedad laica"; los otros se escandalizan de que hagas a tus alumnos una materia poco confesional, desde su punto de vista, y no entres a "evangelizarlos" como un "agente de pastoral". Es como si cometieras una traición a la Iglesia. Eso sí, los dos defienden que no se haga "Cultura Religiosa". En eso están de acuerdo.
Es por eso que digo que cuando hablo con unos y con otros me siento como el Dios Jano, defendiendo y criticando la religión y a la Iglesia. Depende de lo que en ese momento esté argumentando mi interlocutor. Es una cuestión de extremismos y de esta sociedad tan profundamente polarizada. Vaya, que como el Dios Jano, con dos caras, mirando a un lado o al otro, pero mis argumentos siempre son los mismos.
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