martes, 9 de septiembre de 2008

Justificar la cultura religiosa


No nos vamos a engañar, en nuestra Comunidad lo que suene a religión, casi por principio, huele mal. Se rechaza de entrada la enseñanza de la religión católica porque aún preexisten viejos prejuicios. Aún se la relaciona con catequesis o adoctrinamiento. Una confusión adecuada para que los opositores critiquen su presencia en las escuelas y para algunos favorables intenten restituir su carácter misionero. En Cataluña, ya hace mucho tiempo que se ha dejado esa concepción de adoctrinamiento. Se enseña pura y llanamente, cultura de la religión. La escuela no se puede convertir en iglesia, sinagoga o mezquita. Es punto de encuentro de culturas, tradiciones, religiones, creencias y ateísmos. Si se obvia la enseñanza del pensamiento religioso, se obvia lo que supusieron y suponen en el origen y desarrollo de las sociedades y culturas actuales. Queramos o no, no se puede entender una sociedad sin su componente religioso. ¿Vamos a olvidarlo sin más? La justificación de la presencia de la religión en la escuela es tan sencilla que apenas requiere esfuerzo alguno. Cómo entender la literatura, la historia del arte, la música, la escultura, la pintura…

Justificar la religión, ¿por qué no las demás materias? ¿por qué el docente de religión es puesto en duda a priori? Alguien se ha preguntado alguna vez si, por ejemplo, el profesor de historia es un anarquista radical, un marxista, o un ultra, intenta adoctrinar a su alumnado, ¿podemos poner en duda a todos los docentes, o sólo algunos?

Dejemos ya argumentos caducos, vacíos, insostenibles e injustificados. Excluimos la religión en la escuela, o la cambiamos de nombre y le ponemos cultura de la religión ¿no debería ser lo mismo? ¿Por qué no convertirla en materia común, con un temario aprobado y controlado por las Administraciones, así como a sus profesores y nos olvidamos de la polémica de una vez por todas? ¿Quién sale beneficiado de esta situación? Seguro que los alumnos no, y el profesorado tampoco. Los primeros son privados de una parte importante de su formación y los segundos, obvia decirlo, ven peligrar su trabajo, ¿quién sale beneficiado entonces?

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