Hace unos años pedí a mis alumnos de Religión que para la próxima clase trajeran una Biblia. La intención no era otra que hacer una actividad que les aproximara a alguno de los contenidos de ese libro. La respuesta de todos ellos me dejó perplejo: “No tenemos Biblia”. En alguno de los casos, que conocía con detalle, la Biblia debía ser el único libro que faltaba en sus casas, por que de historia y filosofía estaban llenos.
Volvemos a lo de siempre: ¿laicismo mal entendido, anticlericalismo tergiversado o simplemente militancia antireligiosa? Aquellos padres, simplemente por ideología, estaban privando a sus hijos de un conocimiento fundamental de su propia cultura. Menos mal que por lo menos los apuntaron a clase de Religión y pudieron hojear ese conjunto de 72 libros tan decisivo e importante para toda la humanidad.
La XII Asamblea del Sínodo de Obispos, reunida en el Vaticano, lo ha dejado muy claro. Ha pedido que se enseñe la Biblia en las escuelas, incluso en las públicas, porque “es necesaria para encontrar la identidad histórica, civil, humana y espiritual del hombre”. Completamente de acuerdo. Desde el Reliblog, siempre hemos defendido una cultura religiosa obligatoria para todos, en la que nadie quede excluído de sus fundamentos. Las razones, los Obispos del Sínodo las han dejado claras; pero esta petición contradice lo que la Jerarquía respondió en su momento, no hace mucho, a la Administración cuando se les preguntó sobre su predisposición ante la posibilidad de hacer una materia de Cultura Religiosa común para todos los alumnos. La respuesta fue clara: “No”. Las otras confesiones sí aceptaron e incluso lo veían con buenos ojos. Los responsables de la Jerarquía dejaron claro que no renunciarían nunca a su "priveligio" del nombramiento y la remoción del profesorado de religión. Lo de llegar a todos, parecía secundario.
Esperemos que esta nueva afirmación de la XII Asamblea del Sínodo de Obispos abra voluntades y sensibilidades para que ningún alumno, pero ninguno de ellos (ni tan siquiera los de la pública), dejen de conocer ese gran tesoro de la humanidad: El libro más publicado y leído del mundo.
Esperemos que esta nueva afirmación de la XII Asamblea del Sínodo de Obispos abra voluntades y sensibilidades para que ningún alumno, pero ninguno de ellos (ni tan siquiera los de la pública), dejen de conocer ese gran tesoro de la humanidad: El libro más publicado y leído del mundo.
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