Los que ahora pintamos canas tuvimos una educación basada en la memorización y en el esfuerzo. Las asignaturas apenas eran atrayentes, los profesores daban sus clases magistrales, no había más pedagogía que la de repetir y copiar los errores hasta que eran corregidos. No se hablaba de traumas, ni de agresividad, violencia. Aquellas generaciones que ahora son las que destacan en los concursos de cultura de la televisión y las que ostentan y sostienen los cargos de nuestra sociedad. En realidad aquella manera de enseñar tan lamentable, vista desde los planteamientos actuales, nos ha permitido, no sólo salir adelante, sino destacar en nuestras profesiones. Con el debido respeto, la educación de hoy deja mucho que desear, los resultados ya los estamos viendo en todos los ámbitos. Comparar es en sí equívoco e inútil., pero al menos los de aquellas generaciones tenemos unos mínimos que los de hoy, con todo un despliegue de medios, no alcanzan. Los resultados son evidentes, las conclusiones incuestionables: la diferencia es abismal. No podemos ni debemos volver atrás, sería imposible, pero algo estamos haciendo mal.
Deberíamos sacar conclusiones sin llegar a decir “todo lo pasado fue mejor”.
Deberíamos sacar conclusiones sin llegar a decir “todo lo pasado fue mejor”.
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